miércoles, 15 de abril de 2009

Privacidad.

¿Se puede hablar de privacidad en estos tiempos?
Como he mencionado tantas veces en el pasado, la tecnología es un arma de doble filo. Las facilidades para ponerse en contacto con otras personas rompen con el tiempo y el espacio, dándole una mayor velocidad al proceso comunicativo. Es posible hablar e incluso ver a otras personas a un precio relativamente bajo, mantener relaciones de todo tipo, planear grandes negocios, difundir el trabajo personal, etc., etc.
Internet, teléfonos... Los medios electrónicos se han extendido a un ritmo increíble. El problema es que todas las comodidades antes mencionadas son pésimas en malas manos. Ahora, situaciones como el acoso, el robo de identidad y etcétera son más frecuentes que nunca debido al acceso (casi) ilimitado que cualquiera puede tener a la información. Si a eso se suman el gobierno y otras instituciones dedicadas a monitorear la actividad virtual y personal de los individuos... ¿Dónde queda la tranquilidad? ¿Dónde queda la seguridad de que alguien no está observando nuestro movimientos o escuchando nuestras conversaciones? Es imposible saber. La mente humana es rica en inventos; por lo tanto aún desconocemos los verdaderos alcances que podría tener la tecnología. Pero en lo referente a la privacidad, creo que es muy limitada.
Desgraciadamente, es casi imposible mantenerse completamente lejos del internet y otros medios (ejemplo: teléfonos celulares). La peor parte es que son actividades tan cotidianas que mucha gente ha perdido la conciencia de que están utilizando tecnología. Digo que es la peor parte porque quizá no tienen la menor idea de los potenciales beneficios, peligros o responsabilidades que implica manipular e introducir información en dichos medios.
Parece increíble, pero lo es. Hace algunas semanas leí una encuesta realizada por un pequeño grupo de jóvenes, en la cual las personas cuestionadas admitían utilizar las computadoras, teléfonos celulares y otras pequeñas delicias mecánicas en sus vidas cotidianas. El problema vino al momento de lanzar la pregunta: ¿Qué tan frecuentemente usas tecnología?. La respuesta me dejó fría. La gran mayoría respondió: Con poca frecuencia. Una enorme contradicción, tomando en cuenta la respuesta anterior. ¿La rutina mata las neuronas o afecta la memoria? El rumbo que va tomando esta situación me está preocupando seriamente...
Esto me vino a la mente después de enterarme de cierta institución educativa que revisa las cuentas de Facebook de los alumnos; y no conformes con ello se dedican a llamar la atención tanto a ellos como a algunos profesores. ¿Puede decirse que es una violación a la privacidad? Por supuesto. Es correcto hasta cierto punto que las universidades se preocupen por el desarrollo personal de sus alumnos, pero esto me parece demasiado. Facebook no tiene ningún tipo de relación con dicha institución; es un espacio dedicado al aspecto personal, por lo cual los estudiantes pueden hacer lo que consideren pertinente. Las llamadas de atención deberían estar reservadas en asuntos verdaderamente graves (como delitos y demás).
Vaya cuestión. Espero que la gente tome conciencia antes de que sea tarde.

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