sábado, 25 de abril de 2009

La voz en mi cabeza...

Llámese "lógica", "sentido común", "moralidad", "instinto" o "voz de la conciencia", la mayoría de las personas tienen en algún lugar de su alma un indicador de lo que está bien o mal. Dependiendo de los factores en que uno haya crecido (como: la familia, los amigos, la religión y todos esos ingredientes que forman la personalidad de cada quién), se notará la presencia o ausencia de dicha vocecilla en la vida cotidiana.
La voz de la conciencia puede ser nuestra mejor amiga ante situaciones de riesgo. ¿Quién no ha tenido un presentimiento en algún momento de su vida? Son bien conocidos esos casos en que el instinto aleja a las personas de situaciones (más o menos) fatales.
Sin embargo, hay veces en que la moralidad (o como se llame) parece ser más una desventaja que una ventaja. ¿Un ejemplo? Cuando alguien se atreve a romper con ciertos esquemas de conducta. La culpa aparece tan repentinamente que la diversión (o cualquier otra gratificación) pasa al olvido. ¿Será culpa de la represión? No lo creo; incluso los individuos más libertinos han llegado a sentir el peso de la culpa al menos una vez en sus vidas... La duración de su efecto es otro tema.
El punto es: ¿En qué medida causamos nuestra propia culpa? ¿Su origen se esconderá en algún lugar de nuestras mentes? He llegado a creer que es sólo algo psicológico, incluso impuesto por nosotros mismos en un intento de frenar nuestra problemática naturaleza.
¿Por qué deberíamos sentir vergüenza de cuestiones completamente normales? Porque así se nos ha enseñado, y gran parte de nosotros quiere aferrarse a ello. Es ahí donde la culpabilidad se vuelve complicidad inconsciente. ¿O será posible que se trate de Dios, haciendo acto de presencia en nuestras vidas sin rumbo? Podría ser su manera de recordarnos lo que es aceptable y lo que no. Más que un castigo, sería una experiencia de aprendizaje.
Sobran las teorías, pero aún no puedo encontrar una explicación satisfactoria a este sentimiento.

Si en verdad soy alguien bueno,
¿Entonces por qué me siento tan manchado?
Tan carcomido por la culpa.
¿El pensamiento es un arma con la que he herido a alguien sin saberlo?
Sólo una explicación... Sólo una, para darme alivio.

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