jueves, 30 de julio de 2009

El amor no es posesión.

Mientras divagaba una noche me di cuenta de que faltaba una especie de "rincón psicológico" en este blog... Algo de plática sobre cuestiones sentimentales y demás. Así que, este es mi primer intento por hablar sobre relaciones personales.
Probablemente mucha gente querrá golpearme por decir esto, pero las separaciones tienen una increíble cantidad de beneficios. Sí, en muchas ocasiones duelen; pero (como todo típico ser humano) a través de ese dolor es posible crecer en más de un sentido. La soledad (muy subestimada y temida) nos permite poner en orden nuestras ideas, reacomodar nuestras prioridades, considerar un mundo nuevo de posibilidades futuras y descubrir el verdadero valor de la persona que estaba a nuestro lado (si es que realmente lo tenía). Pero lo más importante es que así podemos valorarnos nuevamente y encontrar un nuevo significado a la libertad. Gracias a una situación similar comencé a dejarme llevar por la idea de reflexionar sobre los celos, el tema del día de hoy.
Está de más decir que son uno de los fenómenos más devastadores, sentimentalmente hablando. El hecho de cuestionar dónde está la persona amada en su ausencia puede parecer inofensivo, pero rápidamente se vuelve un hábito que acaba con toda la seguridad en uno mismo y la confianza en el otro. La incertidumbre es una de las cosas más nefastas sobre la Tierra. Supongo que este punto es perfectamente comprensible, ya que todos hemos pasado por alguna situación similar (por lo menos una vez).
Sin embargo, y aunque parezca mentira, esta no es la dimensión más destructiva de los celos.
El hecho de dejar correr el tiempo haciendo especulaciones (en ocasiones erróneas) sobre las actividades de la otra persona ocasiona que permanezcamos estáticos, sin avanzar con nuestra propia vida. ¿De qué sirve dedicar las horas a algo incierto en lugar de dedicarnos a algo productivo? Esto reduce el potencial creativo que hay dentro de uno mismo. En este punto me veo en la necesidad de señalar un error muy común: Dedicarse al otro las 24 horas, incluso cuando no está presente. Está bien ser detallista, llamar, salir, etc… Pero cuando la pareja está ausente, hay muchos que se sientan a pensar y esperar que el otro dé señales de vida. ¿Y sus propios asuntos? Quién sabe. Descuidan todo lo referente a ellos mismos: sus deseos, pasatiempos, amigos, bienestar… Su vida. El problema es cuando la otra persona no responde de la misma manera. ¿Qué hacer? Darse un espacio para pensar solamente en uno mismo. No hablo de volverse narcisista, pero es necesario ser conscientes de que una relación se compone de 2 individuos independientes; no de uno sólo.
¿Cómo superar los celos? Aceptando el hecho de que nadie le pertenece a nadie... Los verdaderos sentimientos afloran en los hechos. Sin importar cuántos papeles o promesas haya de por medio, si una persona se quiere retirar lo va a lograr de una manera u otra. En cambio, si realmente es una persona comprometida en la relación, no habrá obstáculo que la detenga para continuar. Sí; es duro dejar de cuestionar esto o aquello, pero vale la pena. Una cosa: No hay que confundir la confianza con la creencia ciega en todo lo que el otro diga.
El amor no es posesión.
Espero que todo este monólogo haya servido, ya sea para entretener, orientar o lo que sea.

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